Según el Instituto Peruano de Economía (IPE), un trabajador formal genera
seis veces lo que un informal produce. Es decir, la informalidad es sinónimo de
baja productividad. No obstante, el alto costo y engorroso proceso de la
formalización son factores que impiden que los emprendedores entren al ámbito
formal.
En Perú, el 71% de los trabajadores del
país son informales, según el INEI. Este alto nivel de informalidad tiene un
impacto directo en la productividad nacional. El IPE señaló que, en promedio,
un trabajador formal produce seis veces más que un informal. De hecho, en
sectores como agricultura, comercio o manufactura, los trabajadores son entre 3
y 5 veces más productivos que los informales. En el sector minero, son hasta 16
veces más productivos.
Pese a ello, el camino a la formalidad
sigue siendo un proceso difícil y engorroso La Encuesta Nacional de Empresas
reveló que el 90,6% de las MYPES consideraron que la excesiva carga tributaria
y la abusiva fiscalización son factores que impiden su formalización.
No solo hablamos de costos por trámites
administrativos, que ya de por sí marean al emprendedor en un proceso
fastidioso, también de los costos por infraestructura para poder cumplir con
los requisitos de formalización. Por otro lado, los negocios que viven del día
a día, al perder un día de trabajo o dos por embarcarse en procesos altamente
burocráticos, pierden ventas, lo que se traduce en menos ingresos para su
familia y trabajadores.
De acuerdo con el documento
“Radiografía de la informalidad” de Ipsos, el 47% de empresarios entrevistados
les gustaría ser formales, señalaron que la reducción de costos para
formalizarse y la simplificación de trámites y requisitos, serían los
principales incentivos que harían que microempresarios entren al camino de la
formalidad. Sin embargo, solo 1 de cada 10 se considera muy preparado para
formalizarse. Es decir, además de los costos, existe un desconocimiento
generalizado sobre el proceso de formalización, lo que limita el acceso a
beneficios como programas de financiamiento o créditos.
Las cifras son claras: existe la
voluntad de formalizarse, pero el sistema actual no ofrece los incentivos
suficientes ni una vía accesible para lograrlo. Hay una verdad que no se puede
pasar por alto: ser formal es el mejor camino. No pasa por un tema cultural, es
una estrategia empresarial: evitar pagar impuestos, regulaciones y altos costos
para operar. El desafío está en simplificar el camino hacia ese objetivo.
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