Magia sin fronteras: la
expansión de la cultura ucraniana cautiva a Lima.
En el corazón de Lima, bajo una carpa azul y dorada,
suena la melodía exuberante de una orquesta mientras acróbatas desafían la
gravedad y el público apenas pestañea. Fuera, la brisa templada del invierno
limeño lleva en el aire un rumor inusual: la cultura ucraniana ha desembarcado
en Perú con una fuerza y un colorido inimaginables, capturando la atención de
grandes y chicos en el Expocenter Olguín del Jockey Plaza.
La ciudad no solo recibe un espectáculo circense; sino,
también, un destello de esperanza y resistencia artística en tiempos marcados
por la inestabilidad global.
El Gran Circo de Ucrania llegó
con más de 50 artistas premiados internacionalmente para una
temporada que se extiende hasta el 31 de agosto. La puesta en escena es audaz:
acrobacias aéreas, números con monociclo japonés, malambo, patines y efectos
visuales de última generación. Todo presentado por una orquesta en vivo.
Uno de los actos que más expectativa genera es el niño
prodigio Dimytro Onyshchenko, de solo seis años, galardonado en el Festival
Internacional de Circo de Montecarlo. La experiencia multicultural se completa
con artistas invitados de China, República Checa, Francia, Suiza y Japón,
personificando la diplomacia cultural en acción.
Esta efervescencia ucraniana en Perú no está aislada.
La comunidad ucraniana ha crecido desde la creación de la
Asociación Peruano-Ucraniana en 2021. Según su presidenta, Yulia Dimar, “el
principal impulso fue la invasión a gran escala de Rusia en 2022, lo que llevó
a organizar eventos culturales, festivales gastronómicos y talleres de arte
tradicional ucraniano, orientados a mostrar la diferencia entre los pueblos
ucraniano y ruso”.
Aunque la diáspora sigue siendo pequeña (300
personas), su impacto es significativo, integrando peruanos y otras
nacionalidades en iniciativas de cultura, literatura y gastronomía.
Sin embargo, la colaboración
cultural ucraniana en Perú ocurre en un contexto global complejo. Mientras el
arte busca tender puentes, la diplomacia mundial muestra señales de tensión: la
selección de fútbol de Perú viajará este noviembre a Rusia para
un partido amistoso contra el equipo local en San Petersburgo, una decisión que
ha despertado debate debido a las actuales circunstancias geopolíticas.
Este cruce de caminos entre
cultura y política presenta dilemas para el Perú. Por un lado, la apertura a
propuestas como la del circo ucraniano representa un compromiso con la
diversidad y la solidaridad internacional.
En palabras de Yulia Dimar,
“es fundamental mostrar que Ucrania no es parte de Rusia, sino un país
independiente, con una identidad y cultura únicas, especialmente en estos
tiempos difíciles”.
Así, la carpa del circo no solo protege a sus artistas
del clima limeño. También se erige como símbolo de resistencia y esperanza compartida,
recordando que, incluso en la distancia, el arte es una trinchera luminosa
frente a la oscuridad.
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