Pese a un presupuesto público que supera los S/251 mil millones, la
inversión en obras y servicios sigue rezagada. Con hospitales colapsados,
colegios deteriorados y obras detenidas, el Estado no logra cumplir con el
contrato social que demanda la ciudadanía
Los contribuyentes peruanos cumplen con
su obligación tributaria esperando recibir a cambio servicios públicos de
calidad e infraestructura eficiente. Sin embargo, gran parte de esos recursos
se destinan para mantener el funcionamiento del aparato estatal. Según el
presidente de la Asociación de Contribuyentes del Perú (ACP), José Ignacio
Beteta, más burocracia es sinónimo de menos inversiones y menor crecimiento
económico, debido a que el Estado pone por encima el pago de sueldos que la
inversión en más hospitales, carreteras y colegios.
Esto quedó en evidencia con la
asignación del presupuesto público 2025, el cual solo elevó en 3.2% el monto
destinado a inversiones de infraestructura, pese a contar con un fondo total
que supera los S/251.8 millones. Para el también especialista en gestión
pública “el aparato estatal sigue engordando, mientras las brechas en salud,
educación y servicios básicos continúan aumentando, dejando insatisfecha la
promesa de un contrato social justo”.
A pesar de las bajas expectativas de
crecimiento económico, el Estado sigue ampliando su estructura burocrática.
Pero, ¿qué sucede con las inversiones en regiones?
A octubre de 2024, existen 2,648 obras
paralizadas en todo el país, que suman una inversión superior a S/43 mil millones.
Esto refleja ineficiencia en la gestión de recursos y un gran desperdicio del
dinero de los contribuyentes.
Si nos enfocamos en los servicios
básicos, la brecha aún es muy amplia. De acuerdo con información de diversos
centros de investigación, el 73% de los peruanos enfrenta la falta de acceso a
agua potable, solo el 40% de las escuelas tiene agua, electricidad y desagüe en
simultáneo, el 56% de los colegios necesita una sustitución total de su
infraestructura y solo existen 17 médicos por cada 10,000 habitantes en
establecimientos públicos de salud, cifra que se aleja del estándar
recomendado.
Si el Estado contrata al 8.6% de la PEA
ocupada, lo que equivale a más de 1.53 millones de servidores públicos, resulta
incoherente que estos profesionales no sean capaces de ejecutar correctamente
nuestros impuestos. “Estas cifras muestran que el dinero público no se traduce
en servicios que garanticen un mínimo bienestar para todos. A pesar de pagar
impuestos, el Estado no cumple con el contrato social. No podemos permitir que
creen y suban más impuestos cuando el dinero que ya gestiona el Estado no nos
trae de vuelta inversión y un mejor Perú para vivir”, concluyó Beteta/.
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