A pesar de los
fracasos de Petroperú se afirmó que es una empresa estratégica para el Perú,
pero ¿es esto cierto? Existe la expresión “Too big to fail” para referirse a
las empresas que si desaparecen afectarían gravemente la economía de un país.
Este no sería el caso de la petrolera estatal. Aquí te explicamos por qué.
Petroperú es,
según las recientes declaraciones del premier Alberto Otárola y el titular del
Ministerio de Economía y Finanzas, “una empresa estratégica del Estado que
beneficia al Perú” y que “dejarla quebrar sería un despropósito y generar más
pérdidas para el Estado”. Ante esto se generan varias dudas. ¿Cuándo una
empresa es estratégica? ¿Qué características debe cumplir? ¿En qué situaciones
el Gobierno debe salvar a una empresa?
La economista de
la Asociación de Contribuyentes, Camila Costa, consideró que se debe tener en
cuenta algunos conceptos para comprender por qué Petroperú no una empresa
estratégica. Uno de ellos es el “Too big to fail” (demasiado grande para
quebrar), noción que se refiere a que algunas empresas son tan grandes e
interconectadas en la economía que su colapso podría tener consecuencias
sistémicas graves y, por lo tanto, el gobierno podría intervenir para evitar su
quiebra.
En esa línea,
recordó casos famosos de este tipo de salvataje económico que sucedieron
durante la crisis financiera del 2008 donde el gobierno de los Estados Unidos
rescató a American International Group (US$182 mil millones), Citigroup (US$45
mil millones), General Motors y Chrysler (US$80 mil millones) y otros. Estos
rescates se hicieron mediante la compra de sus activos, inyección de capital,
préstamos, etc.
Costa agregó que
el rescate de empresas “too big to fail” genera controversias, pues envía el mensaje
de que las grandes empresas pueden asumir riesgos imprudentes sin enfrentar las
consecuencias naturales de sus acciones, incentivando decisiones arriesgadas.
Además, mencionó que el uso de fondos públicos para salvarlas genera
objeciones, ya que los contribuyentes pueden cuestionar el uso de sus impuestos
para rescatar a compañías que han incurrido en pérdidas debido a decisiones
empresariales arriesgadas o mala gestión.
También agregó
que los rescates pueden distorsionar el funcionamiento del mercado, protegiendo
a ciertas empresas de las consecuencias de la competencia y afectando la
innovación y eficiencia del mercado.
Por otro lado,
remarcó que es crucial reconocer que la decisión de concretar un rescate
también está vinculada a factores políticos. “Las intervenciones
gubernamentales para salvar empresas, especialmente estatales, a menudo se ven
influidas por la percepción pública, las presiones políticas y la preocupación
por la estabilidad económica a corto plazo. Además, al ser una empresa pública,
se puede generar un conflicto de intereses, ya que el gobierno actúa como juez
y parte: regulador y propietario de la empresa”, agregó.
¿ES O NO?
Teniendo estos
importantes datos, entonces ¿Petroperú es estratégica? Costa recordó que la
situación financiera precaria y la gestión deficiente de petrolera, a pesar de
encontrarse en un sector inherentemente rentable, evidencian una vez más las
limitaciones del Estado como empresario eficiente. A lo largo de los años, la
empresa ha incurrido en pérdidas considerables debido a ineficiencias
operativas y decisiones empresariales cuestionables. Estos desafíos subrayan la
falacia de considerar a PetroPeru como una entidad “too big to fail” o
estratégica, ya que su viabilidad económica se ve amenazada por problemas
estructurales arraigados en su gestión.
“La idea de un
rescate, en lugar de abordar las causas fundamentales de la crisis que radican
en el Estado gestionando una empresa sería como querer tapar el sol con un
dedo, una pseudo solución temporal”, señaló la economista.
Como conclusión,
Costa detalló que un rescate llevado a cabo por el Gobierno en verdad significa
que es a expensas de los recursos de los contribuyentes, desviando fondos que
podrían destinarse a sectores cruciales como la educación y la salud. “Este
enfoque, lejos de resolver los problemas de raíz, podría perpetuar una dinámica
insostenible en la que el Estado asume roles empresariales sin una gestión
eficaz, poniendo en riesgo el bienestar económico a largo plazo, un Gobierno
que quiere seguir jugando al empresario”, zanjó.
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