Divididos
en grupos limitados y en ceremonias distintas, más de 200 niños de la parroquia
La Sagrada Familia del distrito de La Esperanza, recibieron el Sacramento de la
Primera Comunión, cumpliendo estrictamente los protocolos sanitarios emitidos
por el Ministerio de Salud (MINSA) y la Conferencia Episcopal Peruana, en tiempos
de pandemia.
Para
llegar a este momento, los menores se prepararon desde el mes de abril con
esmero de forma remota, a cargo de los catequistas pertenecientes a los cuatro
centros pastorales de esta parroquia, quienes asumieron valerosamente este difícil
reto de la mano de su párroco, Pbro. Hipólito Purizaca, logrando crear una forma
de evangelización, nueva en métodos, nueva en expresiones y nueva en ardor.
“Como
parroquia nos hemos organizado para asumir este desafío. Cada centro pastoral desarrollaba
un video para dirigirlo a los niños. Nos reuníamos de manera virtual sábados o
domingos, para hacerles llegar los temas a través de plataformas Meet, WhatsApp,
Zoom, incluso Facebook”, explicó la
coordinadora general de la catequesis, Viviana Muñoz Cruz.
Del
mismo modo, resaltó el “apoyo” de los padres de familia y la perseverancia de
los niños que, semana a semana, hacían todo lo posible para poder recibir estos
temas”, de igual manera, participar de las jornadas, de las celebraciones
eucarísticas, de los eventos arquidiocesanos, de los retiros y otras
actividades pastorales; todo esto de manera remota y desde sus casas,
respaldados por sus familias, que se convirtieron en verdaderas Iglesias
Domésticas.
PROTOCOLOS
Solo
padres y padrinos participaron de cada Misa, usando sus mascarillas
obligatorias y tomando el debido distanciamiento social en cada una de las
bancas. Los centros pastorales Cristo Rey, Santísima Cruz y el templo
parroquial Sagrada Familia, fueron señalizados, dando cumplimiento a los
protocolos emitidos por las autoridades sanitarias y religiosas.
Los
participantes ingresaron a los templos luego de haberles tomado la temperatura
corporal y desinfectar sus manos con alcohol, por parte de los catequistas
encargados de garantizar el orden y el cumplimiento de los protocolos.
Al
final de cada Eucaristía, el párroco agradeció el trabajo desinteresado de los
catequistas, el compromiso de los padres y el “sacrificio” de los niños, que
tuvieron que permanecer por muchos meses en sus casas, durante los momentos más
críticos de la pandemia del COVID-19.
Para
concluir, se proyectaron emotivos videos de los padres de familia, dirigiéndose
a sus pequeños hijos, felicitándoles por recibir, por primera vez, a Cristo Eucaristía.
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