Mientras el aparato público
peruano crece sin mejorar sus servicios, las reformas aplicadas en Argentina,
como la reducción de ministerios, el recorte de cargos y la disciplina fiscal,
son lecciones concretas que el Perú debería considerar para construir un Estado
más eficiente, ágil y orientado al ciudadano.
En medio del crecimiento acelerado del aparato estatal peruano y la caída
en la calidad de los servicios públicos, la experiencia argentina vuelve a
colocarse como un punto de referencia. En los últimos años, Argentina ha
emprendido un proceso de reducción del tamaño del Estado, recorte de
privilegios y disciplina fiscal que contrasta con la realidad peruana y ofrece
lecciones útiles para iniciar un debate urgente.
En este contexto, la Asociación de Contribuyentes del Perú realizará el
próximo 28 de noviembre la segunda edición del foro “La Libertad Avanza en el
Perú”, donde la diputada argentina Mercedes Llano y la congresista Adriana
Tudela analizarán junto a otros expertos las reformas aplicadas por el gobierno
de Javier Milei y que podrían aplicarse en el Estado peruano.
1. Reducir la estructura del Estado puede mejorar
la eficiencia
Durante la actual gestión, Argentina redujo su número de ministerios de 18
a 9 y recortó 35% de sus cargos superiores. Esta reorganización buscó achicar
el Estado y ordenar responsabilidades dentro del gobierno.
En cambio, en el Perú la planilla pública supera 1.5 millones de
trabajadores, con sueldos hasta 30% más altos que en el sector privado, pero
los servicios no mejoran. La educación, por ejemplo, enfrenta problemas graves:
más de la mitad de las escuelas públicas necesita reconstrucción. Pero el
Presupuesto 2026 ha reducido en 13% su partida de inversión pública.
2. El orden fiscal es posible
En los primeros nueve meses del gobierno de Milei, el gasto total del
Estado argentino cayó 31% en términos reales, mostrando que un ajuste rápido y
ordenado puede recuperar equilibrio fiscal.
El gasto corriente en Perú —sueldos, consultorías y funcionamiento diario—,
en cambio, creció casi 87% en la última década. En 2025 se presupuestaron S/
66,608 millones para inversión pública, pero se espera que S/ 14,000 millones
queden sin ejecutarse. Además, cuatro de cada diez proyectos se retrasan más de
cinco años y varias regiones no llegan ni al 50% de ejecución.
3. Ajustar empresas estatales puede reducir
pérdidas
En Argentina, Aerolíneas Argentinas, empresa históricamente deficitaria
porque gastaba más de lo que ganaba, logró su primer resultado positivo en 2024
tras recortar 15% de su personal y cerrar oficinas improductivas.
Por el contrario, en el Perú empresas estatales como Petroperú continúan
drenando miles de millones de soles del presupuesto, aumentando el déficit
fiscal que se financia con deuda y presión sobre los pocos contribuyentes
formales, cuya carga fiscal efectiva alcanza 44.4%.
4. Eliminar privilegios y limitar el gasto
político genera confianza
La diputada argentina Mercedes Llano impulsó medidas para eliminar
privilegios políticos, limitar el gasto y reducir el personal del Parlamento
argentino, prohibir subsidios discrecionales y despolitizar los organismos de
control.
El contraste es evidente en el Perú: el Estado sigue creciendo hacia
adentro, priorizando sueldos y burocracia sobre resultados. Limitar los
privilegios políticos y fortalecer la supervisión permitiría mejorar la calidad
del gasto, reducir abusos y aumentar la confianza de los ciudadanos en sus
instituciones.
5. Menos burocracia para más libertad económica
El modelo argentino también apunta a simplificar reglas, desregular la
economía y fomentar la competencia, para destrabar la actividad privada y
promover la inversión.
En Perú, una empresa mediana requiere 139 días para abrir y 145 horas al
año para mantenerse formal. Esta carga administrativa es un “impuesto
invisible” que alimenta la informalidad, que supera el 70%, y frena la
productividad y el crecimiento económico.
Un debate que el Perú necesita
El contraste es claro: mientras Argentina achica y ordena su Estado, el
Perú sostiene un aparato que crece hacia adentro y ofrece resultados cada vez
más pobres.
La experiencia argentina no es un modelo a copiar sin adaptación, pero sí
un recordatorio de que es posible recortar los privilegios políticos, reducir
la burocracia y orientar el Estado hacia el ciudadano.
Reformar el Estado no es una consigna ideológica: es una necesidad urgente para que los recursos públicos vuelvan a generar bienestar, crecimiento y oportunidades.

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