Aunque el Estado destina 20 mil millones de soles,
persisten problemas en hospitales, anemia infantil y educación, mientras las
órdenes de servicio crecen sin control.
El gasto público en el Perú ha alcanzado los 20 mil
millones de soles, una cifra considerada récord. Sin embargo, persiste la
preocupación sobre si estos recursos realmente benefician a la población más
necesitada. Mientras se incrementan las partidas presupuestales, sectores
claves como salud, educación y lucha contra la pobreza no muestran mejoras
significativas.
Un informe reciente de Alpha Asesoría Estratégica reveló
que desde 2020 las órdenes de servicio, muchas de ellas otorgadas sin concurso,
han crecido en promedio un 20% anual. En 2022 sumaron 9,500 millones de soles y
en 2023 la cifra ascendió a 13,600 millones. Este incremento abre el debate
sobre cuántos de estos gastos son necesarios y cuántos responden, en la
práctica, a contrataciones encubiertas de personal.
En teoría, el gasto público debería servir como
herramienta para reducir la pobreza y mejorar la distribución de los ingresos.
Sin embargo, Vigilante.pe pudo
corroborar que las cifras actuales muestran que los recursos terminan
sosteniendo principalmente al aparato estatal. La eficiencia del gasto vuelve a
estar en entredicho, ya que las inversiones no se traducen en mejoras palpables
para la ciudadanía.
El sector salud es un ejemplo evidente. Aunque la
inversión pública en este ámbito ha crecido 250% en la última década, hospitales
como el de Camaná en Arequipa y el Hospital Antonio Lorena en Cusco permanecen
paralizados o inconclusos desde 2015. A ello se suma que, según cifras del
Ministerio de Salud, en 2024 el 40% de los niños entre 3 y 36 meses padecía
anemia, lo que demuestra que los avances en esta área son limitados.
La educación enfrenta una situación similar: los
presupuestos aumentan, pero los resultados no mejoran. En la última década, el
salario de los docentes se ha duplicado de 1,500 a 3,000 soles, pero el aprendizaje
continúa estancado. Frente a este panorama, la gran interrogante es qué está
pasando con esos 20 mil millones de soles. Más allá de la disponibilidad de
recursos, la clave está en la eficiencia de su ejecución para que el impacto
sea real y llegue a quienes más lo necesitan.
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